"...la seducción pasa por el goce sutil que experimentan los seres y las cosas en permanecer secretos en su propio signo, mientras que la verdad pasa por la pulsión obscena de forzar los signos a decirlo todo".
(Jean Baudrillard, "La seducción o los abismos superficiales", en "El otro por sí mismo")
Para ordenar,
primero antes hay que desordenar.
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