i
Tu vestido se acomoda en mi pecho,
y por fin nuestro abrazo se hace eterno...
Tu cuerpo se funde con el mío y lo juro,
es lo que siempre soñé...
Tu alma se convierte y aunque no lo creas,
las cartas dicen: "son uno"...
ii
Entonces ahora dime:
"¿Desde qué pequeño agujero estabas mirando,
si finalmente eras tú del otro lado?"
Increíble, dirás,
Increíble digo...
iii
Y si la silueta que dibujo es hermosa...
¿Qué luz entonces tendré que retratar?
Si aun cuando cierro mis ojos,
me sigues iluminando...
(Altamira, Ensayos de Soledad)